lunes, 14 de diciembre de 2009

Mi abuelo...

Hola amigos/as:
Permitidme que os cuente algo ya no de mí, que en alguna ocasión lo he hecho. Esta vez quiero hablaros de mi abuelo, es decir, el padre de mi progenitor. Mi abuelo Manolo llegó a Barcelona al concluir la Guerra Civil, y entró con el bando vencedor. Era un completo analfabeto (analfabestia diría yo más bien) cuando unas tropas lo sacaron de su Galicia natal, lo llevaron para luchar por la liberación de España de las hordas comunistas y rojas. Ahí, a cambio de parte de su paga le enseñaron a leer, sumar, restar, multiplicar y dividir. Y poca cosa más.
Cuando llegó a Barcelona, era Sargento de Artillería y paseando por Barcelona (llena de cadáveres en sus calles – como alguna vez me comentó -) conoció a mi abuela. Supongo que se enamoraron o simplemente se gustarían, no lo se, y lo digo por los avatares de su peculiar historia.
Entonces decide junto a mi abuela María, dejar la vida militar para pasar a una vida de comerciante. Primero con un ultramarinos (colmados de la época), después pasaron a dos y así hasta tener tres. Un buen día, en el mercado del Borne, junto a otro paisano le comenta que como apenas sin trabajar gana tanto dinero, éste le dice que tiene una pensión. Y como en aquella época los héroes tenían más facilidades, decide adquirir una pensión en la Rambla, la “Parisién”. A los seis meses había ganado más dinero que con los tres ultramarinos en cinco años, así que decide venderlos y comprarse la entonces pensión Cortés.
Ambos se ponen al frente y mi abuela a los fogones. Por aquellos tiempos mi progenitor ya había nacido. El tiempo prosigue y con la ola de turistas, de una pensión pasan a un hotel, de este a otro y así hasta poseer una pequeña cadena de hoteles. Llega un momento en que la economía se estanca y de nuevo en el mercado del Borne, con otro gallego le sugiere la misma pregunta; y éste le contesta que hace de constructor. Y empieza una nueva andadura sin desprenderse de los hoteles.
Se convierte en un empresario de reconocido éxito, y como marcan los cánones de la época, o de su mente más bien diría yo, tiene amantes y una familia basada en el amor al dinero y no en los verdaderos estamentos familiares.
Mi abuelo sólo una vez demostró un poco de amor y preocupación por algo más que el dinero y fue cuando junto a mi hermano mayor tuvimos un accidente de moto, a él se lo llevaron al hospital y yo con creo 10 años me vine de Collbató a Barcelona, puesto que no sabía dónde estaba mi hermano y nadie venía por mí. Fuí a ver a mi progenitor, lo encontré en el Hotel que tenía, estaba ahí, detrás del mostrador con un grupo de coristas filipinas, me miró, me dio una bofetada y me dijo: “vete, no quiero verte”.
Me dirigí a casa de mi abuelo, él estaba preocupado, él había ido a ver a mi hermano y cuando supo que yo estaba con él pero nadie sabía dónde, decidió esperarme. Cuando me vio, me dio un abrazo y se sentó a comer conmigo. No dejó de hablarme, darme besos y llegó lo que jamás olvidaré: anuló todas las reuniones por estar conmigo (nunca más volvió a demostrar nada, sus demostraciones las basaba entregando sumas de dinero).
Años más tarde, la vida me llevo al negocio familiar, y un día mí abuelo necesitó de mí. Por entonces yo tenía claro que eso no era una familia al uso, que una casa puede estar hecha de piedra, pero que un hogar se hace de amor y entrega (eso es lo que siempre me ha movido, me sigue moviendo y me moverá hasta mi última exhalación). Y le dí amor, mucho amor y cuidados incondicionales. De lo que más orgulloso me siento es que le demostré que se puede querer desde el alma y no desde el dinero, puesto que todos los que estaban a su alrededor, y digo todos, estaban por dinero. Los sentimientos en mi familia de origen son por dinero, no son de verdad, son sentimientos de interés: tanto tienes, tanto vales.
Ya mayor en edad, mi abuelo padece Alzheimer y es incapacitado por mi progenitor y mi hermano en un largo, duro, agónico y triste juicio familiar. Al poco, por descubrir algo que va en contra de mi ética, me separan o me separo de él (hace casi siete años que de verlo cada día puedo contarlas con los dedos de una mano).
La vida sigue, y a su lado aprendí que en el ejército le enseñaron a leer pero no a comprender; que le enseñaron a sumar dinero no afectos; que le enseñaron a restar a los seres humanos como tales; que le enseñaron a multiplicar dinero pero no felicidad; y que le enseñaron a dividir para enfrentar unos contra otros y ser él el único bueno.
Mi abuelo se irá un día y le diremos adiós. Se irá otro hombre que en vez de enriquecer al mundo, sólo se enriqueció a si mismo (era tan pobre que solo tenía dinero) y me enseñó que cuando el dinero te alcance para TODO, no te servirá para nada: podrás comprar TODO lo que quieras y anhelas pero ¿porqué se le da tanta importancia a las cosas materiales hasta el punto de lastimar a los seres queridos y apartarlos de tu vida por ello?. Curiosa pregunta sin respuesta que me lleva a lo escrito anteriormente: cuando te alcance para TODO no te servirá para nada.
Yo crecí ahí, y de ahí me fui. Me consideran raro porqué sabiendo que el dinero es importante (y lo es) hay otras cosas más importantes, por lo menos para mí. Jamás pudieron comprarme y jamás les vendí mi alma.
Hoy soy lo que soy gracias a esas personas que me enseñaron el camino a NO seguir. El camino a seguir lo desconozco, cada día lo voy haciendo, conociendo, y de algo estoy seguro, lo poco o lo mucho que tengo es lo que ofrezco puesto que enfrentado al alma, no es nada, es sólo eso, materia. Yo, igual que mi abuelo, aprendí de los que me enseñaron, a leer y comprender; aprendí a sumar afectos y dinero (todo sea dicho, la vida actual lo exige y no soy tonto); aprendí a restar las incosistencias de la vida que a nada llevan; aprendí a multiplicar mi confianza en los sentimientos; y aprendí a dividir los problemas para vencerlos uno a uno. Aprendí a ser feliz. Y todo esto lo aprendí con el amor y la paciencia de los que me supieron leer y comprender. Aún me queda mucho, pero se que estoy en mi camino.
Bueno amigos, hasta aquí llego hoy. Mañana ya veré, sólo deciros que haga lo que haga lo haré de la mejor manera.

Un abrazo
TONI

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como siempre, hay escritos que me llegan muy dentro.
Este es uno de ellos, y te doy las gracias por compartirlo con todos nosotros.
Mucho amor para ti en este año que va a emprezar.

Anónimo dijo...

Personas como tú enriquecen al mundo. Gracias hoy he aprendido algo importante y es querer es poder, solo hay que querer y tú quisiste.
XXX