domingo, 22 de julio de 2007

Peregrinaje...

Hola amigos/as:
Estaba esta tarde tomando el sol y contemplando la inmensidad del cielo, aunque en realidad solo me era posible captar aquella que mi vista contemplaba. Un cielo azul en donde las nubes se movían deprisa. No estaba solo, algunos se bañaban, algunos se abrazaban (los menos), los niños jugaban con el pequeño oleaje de las aguas al arribar a costa y ahí estaba yo, tumbado, mirando al infinito sin pensar en nada, solo disfrutaba de aquello que observaba y los sonidos estaban ahí, pero eran mero ruido del decorado. Me estaba escuchando a mi, estaba conmigo mismo y por un momento me he sentido en auténtica paz (ya llevo observando esa sensación hace varios días).
Que extraña sensación causa la paz, la tranquilidad, la calma y el sosiego. Que extraño resulta en una mente atormentada como ha podido estar la mía esas sensaciones. Que placer poder decir al fin. Aquello que solo imaginaba con el paso del tiempo se acerca y ha llegado: mi alma está en paz y mi cuerpo también.
Ha sido entonces cuando antes de contemplar esa maravilla y en lo absorto de la lectura que estoy disfrutando (de nuevo ahora más y mejor) de “Corazón peregrino” de Sarah York, cuando mentalmente me he trasladado al principio de ese peregrinaje.
Todo empezó el mismo día que mi amigo Mariano Ayora contraía matrimonio. Esa noche durante el baile una reacción de la que entonces era mi pareja (Yolanda), me hizo pensar que algo fallaba, que algo me faltaba, que no era feliz junto a esa mujer y que no lo sería a no ser que iniciase un cambio profundo.
Corría el año 1999, finales de verano cuando esa misma noche después de meditarlo en la soledad de mi catre, decidí irme a Santiago de Compostela (que casualidad o causalidad era Año Compostelano u Año Santo, es decir, las puertas del peregrino que están en la parte trasera, más exactamente la del Perdón, se abren para aquellos que después de un peregrinaje hasta ahí sean perdonados y … eso será otra historia) de peregrino en bicicleta para, siguiendo la tradición que ese Camino conlleva, simplemente encontrarme a mi mismo, ver que pasa con mis miedos, mis sueños, anhelos y de que manera intentar llegar a ellos para conseguirlos.
Muchas cosas han pasado desde entonces, y de nuevo, casualidad o causalidad, todas han sido a mejor. Aunque puedo afirmarlo, aquellos que me conocéis desde antes, sois los que más podéis apreciarlo (o no). Aquellos que me han conocido posteriormente, han conocido a un peregrino en busca de su propio SER.
Largo ha sido el Camino, pero es que antes de partir me informé de cómo era la mejor manera de hacerlo, de cómo hacerlo para realmente disfrutar de él y que a la conclusión del mismo, obtener ese bien. Y la tradición dice que el Camino no empieza en el origen sino en el final, al llegar. Cuando llegas es cuando debes de empezar a realizar todas aquellas palabras internas, todas aquellas conversaciones propias, todas aquellas emociones al pasar por lugares dónde miles de peregrinos como tú han pasado y su imprenta en el Camino han dejado. Y es cierto, cuando llegas es cuando empiezas.
Pero qué es lo que empiezas, ahí empieza la primera duda. La segunda duda es cómo lo empiezas y así, sucesivamente las dudas te azotan hasta que: si no puedes salir, entonces metete.
Y es ahora, después de lo que estoy viviendo en esta maravillosa soledad y pasado el tiempo me estoy dando cuenta de que ya he llegado y he empezado a SER aquello que SIEMPRE he querido. He creído en mí y en que lo conseguiría. Las dudas de si sería capaz o no de hacerlo me han asaltado y ahora se que lo he hecho y vosotros que me conocéis también.
El hogar está allá dónde tú estás y si no fuese porque ahora cuando miro atrás sé de dónde vengo, este peregrinaje seguramente no hubiese sido ni tan siquiera necesario. Pero eso también es otro artículo.
Bueno amigos, hasta aquí he finalizado hoy. Mañana más y seguro que intentaré hacerlo mejor. Un abrazo

TONI

PD: Casualidad o causalidad, pero desde que empecé y casi llegando a su conclusión han transcurrido siete (7) maravillosos, dulces, penosos, duros, largos, cortos, agotadores, satisfactorios, esperanzadores, desesperados… años de preciosa VIDA. Y porqué la causalidad o casualidad, pues para los judíos el 7 es un número mágico, aunque no solo para esa religión el siete es un número divino. En fin, esto es así. Un abrazo

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