viernes, 24 de abril de 2009

"Sant Jordi"... Día Mundial del Libro y la Rosa


Hola amigos/as:
Ayer fue la Díada de Sant Jordi o San Jorge o Saint George, fecha que en la que se conmemora el fallecimiento de tres escritores: Miguel de Cervantes Saavedra “el manco de Lepanto” (escritor), Garcilaso de la Vega “el Inca” (cronista) y William Shakespeare “el Inglés” (escritor) ocurridos el mismo día del mismo año, es decir, el 23 de Abril de 1616.

En este día, declarado por la UNESCO en 1995 como el “Día Internacional del Libro y los Derechos de Autor”. Aunque aquí en España, desde 1930 este día se entrega el Premio Cervantes. Junto con la Sardana, la otra cosa que Catalunya también ha internacionalizado e institucionalizado es que aparte de regalar un libro (en claro homenaje a los grandes escritores fallecidos) es el de regalar una rosa a las mujeres. Pero ésta bonita tradición forma parte de una leyenda, y es la siguiente:

“Cuenta la leyenda que un feroz dragón tenía aterrorizados a los habitantes del reino, quemaba los bosques, se comía al ganado, destrozaba los cultivos... Se decidió entonces que había que dar fin a esa ansia destructora y negociaron un acuerdo tras duras horas de discusión (como siempre que hay un catalán de por medio). El pacto consistía en que todos los días entregarían al dragón una joven para saciar el apetito del monstruo. Así estuvieron un tiempo y poco a poco el reino se fue quedando sin mujeres jóvenes (el dragón era dragón no tonto, sólo quería jovencitas… menudo él). Para que no hubiera problemas ni altercados (los catalanes siempre tan diplomáticos), hacían la elección mediante un sorteo para elegir a la mujer que debía ser entregada (recordad bellas damas que el dragón era varón, por eso el pacto de darle de comer mujeres).

Un día, la suerte quiso que fuese la mujer del Rey quien debía ser entregada al dragón. Tras dejarla en el lugar señalado, se marcharon al pueblo por temor a que el dragón les hiciese daño. Al cabo de un rato, éste apareció y, cuando se iba a comer a la mujer del Rey, un caballero que montaba un caballo blanco atacó al dragón (un catalán debía de ser el que salvase el reino, como siempre). Ambos estuvieron peleando por largo rato y en uno de los lances del combate, San Jorge o Sant Jordi, como se dice en catalán, una de las lenguas oficiales de España, que así se llamaba el caballero, clavó su lanza en el vientre del malvado dragón, matándolo en el acto (hacemos pocas cosas, pero las que hacemos las hacemos bien). De la herida que el lanzazo le había producido al monstruo, manaba mucha sangre que al entrar en contacto con el suelo, ésta se convertía en rosas.

Sant Jordi (los catalanes siempre tan galanes y caballerosos) cogió una de aquellas fabulosas rosas y se la regaló a la doncella que la llevó al pueblo entre grandes gritos de alegría (supongo que el rey lo celebraría con otro tipo de alegria, júbilo y gozo)”.

Desde entonces hasta ahora, cada 23 de abril los hombres regalan una rosa a la dama que reina en su corazón (que bonito ¿no?). Las damas, para corresponder tal detalle para con ellas, regalan un libro a sus amados. De esta manera, Catalunya celebra el Día del Libro.

Cumpliendo con la tradición, mi adorada Raquel y Yo fuimos a pasear por las Ramblas y el centro de la Ciudad Condal. Al llegar a la Plaza Sant Jaume, estaban bailando sardanas, y al ver esa bonita tradición pensé en que si dos de mis más mejores amigos, grandes defensores de Catalunya y su cultura, sabrían o no bailar sardanas.

Ellos (Salva y Sergi, uno del PSC – Partido Semi Catalán – y el otro ERCulano de pro), tan devotos de lo anteriormente citado hicieron venir a mi mente que un Día tan bonito de la Cultura e Identidad del Pueblo Catalán podrían celebrarlo bailando en familia. Pero la risa es la siguiente: ellos superan los cien kilos de peso y los ciento ochenta centímetros de altura, mientras que ellas, sílfides madres de dos criaturas celestiales cada una, están más o menos rozando mi estatura (ciento sesenta y cinco centímetros). Como sabemos, la sardana se baila en círculo, cogidos de la mano, con los enseres personales en el centro (el bolso siempre bien controlado, otra bonita tradición catalana). La música que acompaña tan bello baile tiene dos momentos que al bailar se siguen de la siguiente manera: un primer momento es con los brazos abajo (aqui seguro que no hay problema), y el otro momento (el segundo) es con los brazos en alto (bien alto). Pues eso, como se baila intercalando las parejas, en el momento que mis dos mejores amigos levanten los brazos, ellas (que también son mis mejores amigas) quedarán como suspendidas en el aire, sin tocar con los pies en el suelo, en un momento que no es de levitación ni éxtasis, simplemente impotencia ante el magno gesto de sus orgullosos esposos al bailar y elevar sus brazos al cielo, y ellas intentar quedarse con los pies en el suelo (soñar sin los pies en el suelo también es hermoso).

Evidentemente esto no ocurriría, pues ellos, el eslabón más directo con “Floquet de Neu” (o Copito de Nieve, que es un gorila albino que había en el Zoo de Barcelona), lo harían con suma delicadeza. Pero aún y así, mi mente se imagina a ellos con los brazos levantados y ellas, en estado de levitación, moviendo los pies a veinte centímetros del suelo y… Esto sólo puede suceder en el hipotético caso que ellos sepan bailar sardanas (y encima me los imagine vestidos tal y como marca la tradición: espardenyas y barretina incluidas).

Hasta aquí llego hoy, mañana más. Lo que no puedo prometer es que lo vaya a hacer mejor.

Un abrazo
TONI

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