sábado, 23 de agosto de 2008

De boda...

Hola amigos/as:
El otro día estaba tomando un café con mi amiga Raquel y me comentó que la madre de Mar, amiga de la primera y mía después, se casaba.
Evidentemente suena la palabra boda y no hay mujer que se precie de ello que ya empieza a pensar en que no tiene nada que ponerse, el armario a rebosar de algún vestido que sólo se ha usado una vez, pero que más da, no hay nada que ponerse.
Ya cuando estuvieron aquí me comentaron, que por aquel entonces Raquel estaba preparando en sus ratos libres, que era todo el día pues estaba en el paro o mejor, estaba con ella misma; las invitaciones de boda. Ahora entiendo porqué has vuelto al trabajo, para que no te encomienden más labores referentes a la boda y poder tener tiempo para pensar en que te vas a poner e irte, con Mar de tiendas para ver que os ponéis y que hacéis, que seguro entre granizado de melón y sandía lo comentáis.
Falta más de un mes y se pasó media hora hablándome del vestido que había visto y que vamos, le quedaba como hecho adrede para ella. Pero, siempre hay un pero, lo que costaba y que claro para una sola vez, pues que no. Le sugerí que se lo podía poner para ir a cenar conmigo: “NO”, respuesta semiautomática (como las pistolas), es un vestido de boda no para ir a cenar (prefiero no pensar si el que no está a la altura del vestido soy Yo, que ya sabemos que soy bajito y si a Raquel – que es mas alta que yo – le pones unos zapatos de tacón y el vestido, pues eso, Blancanieves y uno de los enanitos que se van de cena).
Las bodas se preparan con tiempo, pero a última hora aún no tienen nada y empiezan los nervios: que no encuentro el vestido, los zapatos, que la ropa interior, que si las cejas deben de ser dos y no una, que si las piernas, que si las ingles brasileñas… Pero si vamos vestidos y encima con vestidos hasta los tobillos. Una boda es la excusa perfecta para una mujer para hacer una sesión de belleza con excusa creíble y comprendida.
Yo la miraba y recordaba esas bodas en las que los nervios superan a la felicidad del momento. Nervios justificados siempre por la excusa de que el mini bolso ha llevar no cabe ni la compresa extrafina y sin alas, con lo que has de llevar la maleta en el coche con los enseres de maquillaje para retoques de baño en el Restaurante.
Conociéndolas como las conozco, una de ellas llorará, con lo que se desmaquillará, tanto maquillaje para luego volver a pintar. Mejor espera a la comida y entonces haz la entrada estelar maquillada perfectamente.
Lo mejor son las fotos a la salida del enlace y a la entrada del Restaurante, durante la comida y amenizando el baile. Aunque hoy en día no se porqué contratan a un fotógrafo si todo el mundo tiene complejo de PAPARAZZI y lleva la cámara para nada, pues luego acaba comprando las fotos de los profesionales y tú todo el enlace pendiente de que no se te pierda o roben la cámara, y eso que normalmente todos se conocen, pero claro una cámara de fotos suelta y perdida es una cámara de fotos, y no es momento en que en medio del baile, el DJ o cantante pare y empiece:
“Se ha encontrado cámara de fotos” entre el pasodoble y la rumba de rigor.
Seguramente recibiré una reprimenda por lo escrito, pero aunque mi espalda es ancha, ellas van a estar divinas y el día será para recordar. Un consejo: tu madre se casa una vez: vívelo. Es la madre de tu más mejor amiga: regálate el vestido y aunque no te lo pongas para ir a cenar conmigo, deléitame enviándome una foto, así tendré un motivo más para morderme los puños.
Un abrazo

TONI

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