domingo, 22 de agosto de 2010

Helado... Al rico helado


Hola amigos/as:

En éste época de calores, de verano (aunque en otras partes del mundo hace un frío que pela o están pasados por agua – como los huevos -) para los que ahora andamos en manga corta, pantalón corto, bañador, playa, montaña, estanques, pantanos, piscinas, terrazas de día o de noche, paseos al borde o por la playa cerca del mar, hay un alimento que apetece más que otros.
Ese alimento al que me refiero es el tradicional helado: sea en cucurucho, en tarrina, en copa con frutas, en bolitas… Y que se puede comer paseando, en casa, en una terraza, vamos dónde nos apetezca, dónde queramos y siempre y cuando, no vengan ahora prohibiendo y acotando el lugar de ingesta (que últimamente en este País de Don Pimpón se están dedicando a prohibir y vetar demasiadas cosas unos pocos ruidosos – cual mosca cojonera - a una inmensa mayoría silenciosa).
Pero ese alimento no apareció con la llegada de la globalización. No. Ese alimento lleva creado y pululando unos cuántos cientos de años por este planeta. Y eso es lo que hoy me lleva hasta vosotros.
Nadie se atreve a poner una fecha exacta ni quién fue el creador, y Yo mucho menos. Dicen que aparece ya en la Biblia (Antiguo Testamento), aunque sin embargo algunos afirman que los chinos (mira tú que bien algo que han inventado y no copiado) ya lo comían hace 3000 años antes de la llegada del hijo de Dios, Jesús – y no he estornudado -.
Es bien cierto que Florencia (Italia – para los no doctos en Geografía -) los que reclaman tal paternidad europea o mundial (según quién sea el experto que lo diga) del helado moderno tal y como lo comemos o entendemos hoy en día. Fueron pioneros en utilizar los ingredientes básicos: leche, crema y huevo. Ésta golosa innovación se le debe en particular a un arquitecto (¿pero éstos no construían casas, puentes y/o catedrales, amén de otras construcciones por aquella época?) llamado Bernardo Buontalenti (Buen talento o Buen talante – depende de la afiliación política del lector/a escogerá una traducción u otra -). Supongo que en aquella época estarían en crisis, debería de aburrirse y decidió crear un tipo de masa que alimentase el estómago y no el bolsillo, vete tú a saber lo que le llevaría a mezclar leche, crema y huevo. En fin, que esa receta se difundió y llegó hasta Francia por un cocinero de Caterina de Medici, esposa de Felipe de Orleáns.
Dicen que otro gran difusor y creador de tan suculento alimento fue un caballero de Palermo (Sicilia – Italia -) llamado Francesco Procopio dei Cotelli, que se trasladó a París en la época del Rey Sol (Luis XIV), dónde abrió el primer café-heladería de la historia, hasta ahora el famosísimo Café Procope.
A estos helados se les conocía como sorbetes, ya que el término helado no aparece hasta el siglo siguiente (os recuerdo que estamos hablando de los años 1600 y 1700, por si os habíais perdido).
En 1904 aparece el cono fruto de que un heladero de la feria mundial de Sant Louis (USA) al quedarse sin contenedores en el que poner el helado, probó a utilizar unos conos de pasta WAFER (pasta de la que están hechas las hostias en dónde ponían otro tipo de alimento) que tenía el del puesto de al lado… Y ya está, así de sencillo, a veces las cosas de mayor éxito surgen de la manera más sencilla y fácil.
En 1906, en los cafés de Milán aparecen las “parisinas” (o nubes), que estaban hechas de una porción de helado entre dos hostias (como las que dan los curas una vez has comulgado – no de las otras que también dan -) redondas o cuadradas o rectangulares, dependiendo del heladero.
Este nombre se lo dio su inventor, un tal Giovanni Torre di Bussana, que al regresar de París, entre otras cosas también inventó el comercio ambulante de tan suculento alimento.
En 1927, el boloñés (Bologna – Italia -), Otello Cattabriga construyó la primera heladería automática, lo que significó un gran impulso en la comercialización y difusión del helado como tal en toda Europa y después con las sucesivas migraciones y guerras, por el mundo entero.
Ahora que conocemos un poco su historia, deciros que es un alimento de gran valor nutricional por los ingredientes que lleva. Las proteínas que provienen de la leche, son especialmente saludables en niños y en adolescentes (pero como todo debe tomarse con mesura), pues son ricas en aminoácidos esenciales de alta disponibilidad y útiles en la función plástica y regeneración de los tejidos. Los carbohidratos que posee son sobretodo la lactosa y la sacarosa, es decir, azúcares simples de primer uso, que a su vez son indispensables para el metabolismo de los glóbulos rojos y del tejido nervioso.
También podemos encontrar vitaminas especialmente indicadas para la época del año en que más se consumen, es decir, la vitamina A y la B, amén de calcio, fósforo… Y todos ellas provenientes de la leche y del huevo (recordemos que son sus ingredientes principales). Siendo un poco más específico, comentaros que en el helado de chocolate encontramos también la vitamina E por el cacao (maravillao).
En fin, que es un alimento que se consume de manera sencilla, simple y directa permitiendo al que se lo beneficia dejarse del protocolo de los cubiertos, pues recordemos que se lo puede comer dónde y cuándo quiera. Y claro está, tiene ciertas dosis de placer oculto que puede evocar grandes sensaciones de placer, así que, dejad de leerme e iros a comprar un helado, ya no por lo que os alimente, sino por el placer que podáis sentir.
Bueno amigos/as, hasta aquí llego hoy, mañana más aunque no prometo que lo vaya a hacer mejor, pues sería imposible, pero si afirmaros que haga lo que haga, lo haré de la mejor manera posible.
Un abrazo

TONI

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