martes, 23 de febrero de 2010

UCI...


Hola amigos/as:
Es complicado poder expresar como me he sentido estas dos últimas semanas. Posiblemente pueda intentar escribirlo de una manera que aunque no sea la realidad de lo sentido, si por lo menos, lo más parecido.
Estar en la UCI es algo que si estás consciente (pocos lo están) te sientes aturdido y adormecido, quieto, parado, visiones pasan y se suceden. Pero si estás inconsciente, no hay mucha diferencia, puesto que estás en un estado de inconsciencia consciente.
Quiero decir, ves un sucedáneo de imágenes y recuerdos y preguntas como ¿qué me ha pasado?, ¿dónde estoy?, ¿quién es esa gente?, ¿porqué están ahí?, ¿qué hago yo aquí?… Me duele la cabeza, me duele todo, te cuesta percibir dónde están tus brazos y piernas, tu cabeza viaja y viaja, elucubrando imágenes una detrás de otra y mientras intentas recomponer y recuperar la calma.
Mientras llega esa calma, es cuando empiezas a responderte todas y cada una de las preguntas formuladas anteriormente.
Abres al fin los ojos y ves. Ves todo lo que durante ese tiempo no has visto porqué entre otras cosas, no has querido ver y no has podido ver. Y es precisamente ahora cuando todo se ordena, entiendes que las cosas suceden por algo: porqué las has provocado (nada sucede porqué tiene que suceder, sino porqué tú lo provocas). Acéptalo, es lo mejor que puedes hacer contigo mismo.
Lo sorprendente es cuando llegas al hogar. Como cambia la percepción del antes y del después. Llevas tiempo modificando y cambiando, aprendiendo y aceptando, pero cuando pones un pie en la calle, es entonces cuando ves y sientes las cosas de tu alrededor totalmente diferente.
Y fuera no ha cambiado nada, has cambiado tú. Fuera sigue siendo todo normal, soy Yo que lo veo diferente, me siento diferente, y aunque siempre he hecho lo que he creído correcto sin importarme lo que otros piensen (reconozco que alguna vez me ha dolido, pero ahí está el tiempo para determinar). Si antes iba despacio, ahora más.
Reconozco muchas cosas, pero lo más importante es que puedo reconocerme, sentirme, aceptarme y sorprenderme de lo que me ha pasado, con lo que me doy cuenta de que eso era precisamente lo que estaba deseando.
Que suerte la mía. Ahora voy más tranquilo, más relajado (¿aún más?, pues si), más seguro. No voy por ahí pisando, vamos que recuerde sólo lo hice durante una etapa adolescente rebelde de mi vida; luego aprendes que ir dando zapatazos al suelo no es ir pisando, es una manera de llamar la atención de algo o alguien. Personalmente prefiero deslizarme que no arrastrarme, y ahora más, con suavidad, siempre con suavidad. Con odio y mentiras no se llega a ninguna parte (aunque se crea que si); con amor (sentimiento contrapuesto al odio) y respeto, se llega a todas partes (en principio).
En fin amigos y amigas, hasta aquí llego hoy, mañana más. No prometo hacerlo mejor pero si que haga lo que haga lo haré de la mejor manera posible.
Un abrazo

TONI

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como siempre has sabido llegar, una vez más...