sábado, 13 de febrero de 2010

Aprendiendo...

Hola amigos/as:
Mientras paseaba el otro día, me vino una conversación a la mente sobre el porqué me gusta escribir y lo que con ello pretendo. Acostumbro a decir que la escritura es un camino de conocimiento y que uno escribe no para enseñar nada, sino para aprender. Recuerdo que me preguntó lo que había aprendido de mi último artículo, y la verdad, a veces me cuesta decirlo. Por ejemplo, escribir sobre lo que te ha pasado o sucede, seguramente me costará bastante hacerlo y, tal vez, después de reflexionar un buen rato, pueda precisar sobre alguna experiencia vivida, pero lo que siento es la vaga sensación de saber más, de haber aumentado mi catálogo emocional y la información almacenada en mi memoria, sin que ese añadido vital pueda ser expresado en contenidos concretos.
A veces me entra cierto desaliento al pensar en todo eso, ya que creo que a veces no aprendo nada o casi nada. El mito de la experiencia y la sabiduría que la propia vida te proporciona (idea en la que creo y que siempre sostengo con cierto entusiasmo), no sea más que una mentira piadosa que me digo a mi mismo ante las circunstancias que vivo y siento.
De hecho, aún me sorprendo cuando me doy cuenta de haber cometido el mismo error. ¿Pero como he podido volver a caer en lo mismo? ¿Por qué he vuelto a equivocarme? ¿Qué he hecho mal esta vez? La repetición es una de las características del ser humano; sobretodo en el amor y en las emociones, que lo atraviesan todo. Solo que ahora no tengo esa sensación de haberme equivocado de nuevo, en principio.
En la vida, conforme transcurre vas adquiriendo conocimientos y experiencia, que nos proporciona (no a todos) una madurez emocional, es decir, una sabiduría de vivir.
De todas mis experiencias siempre obtengo algo positivo, y la obtengo cuando he dejado transcurrir el suficiente tiempo para poder analizar lo sucedido. No siempre funciona así, algunas vivencias necesitan de un tiempo más prolongado que otro.
Cada paso que doy me lleva inequívocamente a otro, y así se van sucediendo mientras mi cerebro no le diga al resto de mi cuerpo que se pare. Y es en esa parada cuando analizo y veo lo que he podido aprender.
Antes de cambiar de camino, o incluso antes de escribir nada, me gusta escucharme, madurar lo que voy a escribir, de que forma deseo hacerlo para que en pocas líneas pueda llegar a hacer pensar (o no) al que lo va a leer. Y que si Yo alguna vez los vuelvo a leer (que lo hago), saber exactamente que quise decir en aquel instante y si hoy, volvería a decir o escribir lo mismo.
Aprender es la mejor forma de evolucionar, y por desgracia aprendemos de los errores, pero si aprendemos, no está mal lo que por bien no venga. Muchas veces debes dejar que se cometan errores pues es la única manera de que se pueda aprender. Pero conozco otra: no hagas las cosas queriendo o deseando hacerlas bien, pues seguramente saldrán mal. Haz las cosas pensando que las vas a hacer mal, seguro que entonces saldrá mejor de lo que esperabas.
No pretendo que me entiendas hoy, tal vez lo hagas mañana, pero si me has comprendido hoy, me alegraré. Yo te aseguro que ya estoy aprendiendo, que ya he aprendido, y por eso, sólo por eso, lo escribo.
Hasta aquí llego hoy, mañana más. No prometo hacerlo mejor pero si que haga lo que haga lo haré de la mejor manera posible.
Un abrazo

TONI

1 comentario:

Sergi Marcén i López dijo...

Toni a ver que te parece....

Un zorra, tras caer a un pozo, quedó allí a la fuerza, incapaz de subir. Y un cabrón, atormentado por la sed, cuando estuvo encima del pozo, preguntó al verla si el agua estaba buena. Esta, tomándose con calma el contratiempo, se esforzó en alabar mucho el agua, diciendo que era potable, e incluso le invito a bajar. Este bajó de un salto, atolondrado, con la sola mira de su deseo, y luego que hubo calmado su sed inicial, consideró a la zorra la manera de subir; la zorra afirmó tener pensado algo adecuado para salvarse los dos:"Pues si quieres apoyar tus patas delanteras en el muro e inclinar los cuernos, yo, despúes de saltar apoyándome en tu lomo, te sacaré". Este se presto en seguida a su invitación, animado por la segunda parte de la propuesta. La zorra, saltando hacia arriba con sus patas, subió a la boca del pozo y se alejó. Y como el cabrón le echaba en cara el violar su acuerdo, la zorra volviendose dijo:" Anda este! Si tuviese seso como pelos en la barba, no habrías bajado antes de pensar el modo de subir.

Así, pues amigo mío, también deben los hombres sensatos tener previsto de antemano el fin de sus acciones, y solo así, ponerlas en practica.