martes, 20 de noviembre de 2007

Día de llegada...


Hola amigos/as:

Cuatro de la mañana del martes 6 de Noviembre de 2007. Suena el despertador y hace ya cinco minutos que lo estoy esperando sonar. Ducha, café, ultimar detalles antes de cerrar la maleta, lo tengo todo, vamos a ver pasaporte, dinero, cigarrillos, libro (“El Alquimista”), libreta para escribir un diario de viaje con lo que siento… Efectivamente lo tengo todo. El taxi me espera ya abajo en la calle y dos aviones en diferentes aeropuertos, el destino final es Tel Aviv (la segunda ciudad más importante de Israel y la más poblada, cerca de 1.600.000 habitantes – la capital es Jerusalem -).
Llegada al aeropuerto, cigarrillo y a sacar billete y facturar la maleta. Compras por las tiendas del aeropuerto (colonia, cigarrillos y crema hidratante para mi hermosa, suave y dura cara).
Llegada a Milán, localizar la puerta de salida es vital para no perderme a la hora de coger el siguiente avión. Un café, algo para callar el incesante ruido de mi estómago y me siento a esperar y de paso a observar las gentes humanas y civilizadas que allí están.
Me subo al avión destino Israel. Mi asiento se encuentra ocupado por un tipo que lleva una cosa redonda y aterciopelada en la coronilla (un judío) y con ese inglés que tengo le digo que está sentado en mi asiento. No rechista y accede a dejarme sentar en mi asiento.
Hasta aquí todo normal. Aterrizamos en Tel Aviv y pienso “Ya estoy en Israel”, los ojos como platos, debo observar todo, mirar donde pongo mis pies para no realizar nada anormal (aunque a veces hago muchas cosas anormales, pero no porqué sea un anormal, si no porque los demás me bien apuntáis que hay cosas que no son normales).
Primer control aeroportuario: entrega del pasaporte. Primeras preguntas:
- Que ha venido a hacer en Israel
- Turismo – respondo
- Porqué
- No lo sé – vuelvo a responder
- Conoce a alguien en Israel
- No
- Viaja solo
- Si
- Porqué
- (joder con las preguntas) Pues porqué viajo solo
- No tiene amigos
- Si
- Y porqué no viaja con sus amigos
- Porqué ellos trabajan
- Y usted porqué no trabaja
- (la madre que la parió, pues era una guapa israelí) Porqué estoy de vacaciones
- Porqué está usted de vacaciones
- Porqué he trabajado el verano y me tocan vacaciones
- Está usted casado
- No
- Porqué
- (la madre que te parió cien veces se quedo tranquila al sacarte, pensaba que se cagaba y naciste tú – voy pensando)
- Pues porqué no tengo mujer
- Y porqué no tiene usted mujer
- Porqué me he separado
- Y porqué
- (Y a ti que mierdas te importa – pienso pero no tengo testículos para decírselo -) La relación acabó
- Es usted homosexual
- (Y a que viene esa mierda de pregunta)
- NO, soy heterosexual (y si no fueses tan borde tal vez te haría una pequeña demostración de mi heterosexualidad – voy pensando)

Llegado este punto la amable policía israelí hace una llamada y se me presentan ante mi tres maravillosos efebos israelíes que parecían una habitación de roperos de la Preysler (los tres juntos), y pienso que si tal vez fuese homosexual, pues eso, encantado de ser cacheado… Sale la señorita, me llevan a un cuarto (que no era oscuro, si no empiezo a gritar lo de organización por favor) y una incongruente batería de preguntas para que me pusiese nervioso.
Ya cuando no podía más, les digo que me niego a seguir hablando en inglés, puesto que no es tan fluido como el suyo, que soy ciudadano europeo, que estoy cansado, que no soy un puto terrorista y que he venido de turismo. Así que si ustedes no me traen a alguien que hable mi idioma para que podamos entendernos, yo no digo nada más.
Pues van y me sueltan, me devuelven mi pasaporte y me dejan entrar en Israel, no sin antes haberme estampado los correspondientes sellos en el pasaporte.
Paso los diferentes controles y recojo mi maleta. Atravieso la puerta y me encuentro con Jacob, un simpático israelí de setenta años que es el que me va a llevar a Jerusalem. Son las 16’30h de la tarde y aún me queda una hora más hasta llegar a Jerusalem.
Llegada al Hotel, dejo la maleta y camino unos dos kilómetros para llegar a la Ciudad Vieja. Entro por la puerta de Jaffa y me doy un paseo a conciencia, es decir, dejo que mi conciencia me lleve, pero no confío en ella, sigo mi intención y aparezco en no se que barrio y es la policía la que me pone sobre el buen camino.
Vamos bien Toni, te dijiste que Jerusalem es una ciudad de conciencia y que te ibas a guiar por ella siguiéndola (a la conciencia me refiero), así que síguela pues tú tienes mucha conciencia.
En fin, este fue mi primer día, mañana más. Intentaré hacerlo mejor aunque no se si podré. Un abrazo

TONI

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que asco

Anónimo dijo...

por eso ni pa' Israel ni pa' USA - (y 'ta pendiente porque ahora no vas a poder visitar ningun pais musulman (o no musulman porque Turquia tampoco te acepta si tienes ese sello). Deberia darte verguenza estar apoyando a regimenes que cometen crimenes contra la humanidad (para no llamarlo genocidio) ...anda adivina quien soy... ;-)