lunes, 10 de diciembre de 2007

Dentista...

Hola amigos/as:
La verdad es que hoy no me viene de gusto, por no decir que no me apetece (y no por ningún motivo en especial) continuar o seguir explicando anécdotas y vivencias de mis vacaciones por tierras lejanas, de momento.
El otro día, el martes para ser más exacto, fui al dentista. Tranquilos, no tengo piorrea ni ninguna enfermedad bucal, simplemente fui a la tradicional limpieza de boca, que no es que la tenga sucia, aunque ya se que alguna vez (por lo deslenguado que puedo ser) necesitaría que me lavasen la boca con lejía, salfumán o directamente, con zotal.
Pero lamentablemente he de deciros que es la típica revisión y limpieza de mis dientes, que no son como perlas pues el “perla” soy yo.
Ir al dentista siempre es desagradable, es como ir al urólogo (para los hombres) o al ginecólogo (las mujeres). Pero el dentista es otra cosa, eso de tener la boca abierta, esos aparatos tan minúsculos hurgando en tú boca y ese ruido que producen, hace que la imaginación o el temor se disparen y siempre entras con cierto temor, por muy tranquilo que puedas parecer y valiente que seas.
Esta vez fui a un dentista conocido, no por ser famoso, si no porque tengo el placer de conocerlo a él y a su bella e inteligente esposa. Pues eso, que primero llamo para reservar día y hora, llegado el momento me desplazo en “Blanquita” por las calles de Barcelona. Y ahí estoy, sentado en el sillón del dentista y hablando con él.
A la primera inspección me gasta la típica broma de: “estos dos dientes de aquí están un poco picados y veo un par de muelas que tal vez deberíamos de empastar”. Que gracioso, casi me levanto y me voy, pues ya me hace poca gracia ir al dentista (tanta como al urólogo), pero al darse cuenta de que he cambiado mi forma habitual de mirada (dulce, tierna… vamos tengo una mirada dulce como la mermelada de melocotón) me dice: “Tranquilo, es broma. Tienes una boca perfecta y unos dientes estupendos. Ahora viene mi ayudante a realizarte la limpieza”.
Llega ella, una rubia de buen ver y empieza a inclinar el sillón hasta el punto de dejarme totalmente estirado, entonces oigo:
- Ábremela toda – dice ella
- Disculpe – contesto yo, puestos a abrir con lo salido que voy últimamente
- La boca, ábramela toda
Empezamos bien, confundiendo. Me introduce dos tubitos uno a cada lado de la boca, es decir, uno por la derecha y el otro por la izquierda. Los deja colgando y se me debe de quedar la misma cara que un pez gato, con esos bigotes que le cuelgan a cada lado de la cara (y si no lo habéis visto nunca, idos a un mercado y observad). Y empieza con su trabajo: ñññññññññññññññññññññññññññññññññññ sssssssshshhshshshshshshsh brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrbbbrbbr
Yo ni me muevo, vamos no tengo valor, no se donde mirar, pues los ojos de la guapa dentista justo iluminan los míos. Pienso en relajarme, no pienso en nada caliente, todo es frio, estoy frio. Ella sigue ahí como si nada. Evidentemente es su trabajo, mientras yo creo que ella puede estar mirándome a los ojos, lo que está mirando es la cara de pez gato que tengo con esos tubos en la boca y en acabar para pasar al siguiente paciente. Pero algo irrumpe mi frenesí de pensamientos:
- Ábrame los labios – me dice con ese timbre de voz
- Guisguque – le digo, evidentemente quería decir DISCULPE pero prueba a decirlo con la boca abierta y dos tubos que tiran para cada lado dentro de ella (la boca)
- Ábrame el labio de arriba
- Gui, egta bieng agui (Si, esta bien así)
- Perfecto
- Gaga, a ganmar (nada, a mandar). (Yo sigo pensando en abrir otros tipos de labios me están entrando ganas de comerme una hamburguesa… La dentista está para verla, conocer a su madre y darle un premio).
Todo sigue en ruidos que las máquinas que limpian tu boca con la destreza precisa de alguien que sabe ejercer bien su oficio, pues si no fuese así, vamos no se lo que puede ser un dolor de huevos después de pillárselos con la tapa del piano, conozco el dolor que produce pillarse los dedos con una grapadora, pero el dolor que puede producir que un dentista se equivoque y pinche algo que no deba…. Uf, prefiero no imaginarlo, pero en esa posición, que estás vendido y desprevenido tiene que ser de…
- Cierre los labios
- (Y que querrá que le cierre ahora) Aggui (así)
- Si, pero ábramelo un poco
- (Joder con el juego de palabras de doble sentido, lo estará haciendo adrede o verá que llevo tiempo sin tocar, supondrá que estoy de oferta?????) Agggui egta guien (así está bien)
- Perfecto
En fin, que al cabo de conversaciones y pensamientos sin sentidos (por mi parte) concluye mi limpieza de boca. Con ganas de que me la vuelva a limpiar (la boca, aunque estando de oferta como estoy, que me limpie lo que quiera, que le dejo hasta el sable o cimitarra – pues algo ladeada se pone aunque no mucho, la presión de la sangre que va como yo de fuerte hace que tenga cierta ladeación hacia la derecha – aunque aquí algún amigo político diga que esa inclinación tiene que ver más con la política que con la fuerza de la sangre, perdónalos Señor pues no saben lo que se dicen, son políticos -).
Bueno amigos, una experiencia vivida más y ser contada. Mañana más, aunque prometo que intentaré hacerlo mejor. Un abrazo

TONI

2 comentarios:

Anónimo dijo...

eche el cuento como es ....

Anónimo dijo...

Nooooo, te pasate!
Genial, me reiiiiiiiiii.