martes, 22 de enero de 2013

Vulnerable...

Mis queridos/as amigos/as:

Vulnerabilidad: es la cualidad de vulnerable (que es susceptible de ser lastimado o herido ya sea física o moralmente). El concepto puede aplicarse a una persona o a un grupo social según su capacidad para prevenir, resistir y sobreponerse de un impacto. Las personas vulnerables son aquellas que, por distintos motivos, no tienen desarrollada esta capacidad y que, por lo tanto, se encuentran en situación de riesgo.

Vulnerable: proviene del latín VULNERABILIS, formada por VULNUS (herida) y el sufijo ABILIS (-able, indica posibilidad). Es decir, que puede ser herido, dañado, afectado fácilmente porqué no sabe o no puede defenderse por su condición de débil.

Una vez en situación, hoy quiero escribiros sobre lo vulnerables que somos los seres humanos y la forma más común que tenemos. Todos somos débiles ante una agresión, física o moral. La manera de defendernos, depende en cierta medida de la educación recibida y la buscada por uno mismo. Es decir, aquel que se sabe débil (vulnerable de ser agredido), busca herramientas para defenderse, sean físicas o intelectuales. Me explico mejor: el débil físicamente, buscará desarrollarse físicamente para ser más fuerte; el débil intelectualmente, buscará mediante el estudio desarrollar su capacidad intelectual.

¿Cómo sabemos que somos vulnerables? La vida. La vida es la Escuela. Y cuando nos sentimos vulnerables, buscamos como evitarlo. Lo que nos hace frágiles también nos hace fuertes. Somos humanos, no héroes ni androides. Basta con reconocerlo para sentir fortaleza interior, capacidad para solidarizarnos con los demás y energía para recomponernos y seguir adelante.

En los tiempos que nos están tocando vivir, cuando vemos que muchas instituciones en las que basábamos nuestra existencia se derrumban, nos podemos sentir con miedo, desorientados, dudas…. Lo que nos provoca inseguridad y al mismo tiempo dolor en el alma. Sin embargo, ese dolor del alma esconde nuestra propia fortaleza.

Al ser humano le une con otro semejante el dolor y la alegría. La forma de compartir la alegría es efímera. Lo que nos implica es el dolor, la duda, el miedo. El dolor en sus diversas formas, dificulta o imposibilita la felicidad. Y ahí es dónde, ante la vulnerabilidad del otro, nos hacemos solidarios.

Cuando uno se la identifica y decide, él sólo es el único que tiene la llave que abre la puerta del camino que le llevará a su propia fortaleza. De los demás absorbemos lo que nos dicen, aconsejan y entonces decidimos si vamos o nos quedamos aceptando una vida de dolor o una vida de alegría.

Si escogemos cualquiera de las dos, pues libres somos, que nos vaya bien es la incertidumbre. Pero en la incertidumbre vive nuestra mejor cualidad, la de nuestra propia energía, la de nuestra alma: la que nos conecta con nosotros mismos (mal vamos si nos desconectamos de uno mismo). Aceptar la vulnerabilidad, la propia, es la mejor manera de adaptarnos a la realidad en la que vivimos. Una vez aceptada, hay que darle tiempo, sin prisas. Escuchar lo que nos dice sobre nosotros, lo que trae de nuestro pasado y lo que nos propone. Abandonar viejas creencias y costumbres, adentrarse en lo nuevo, lo desconocido para aprender y fortalecernos.

Si la vulnerabilidad nos ha puesto en duda, debemos asumir el riesgo del salto al vacío, para que de ésta manera, la incertidumbre nos permita ejercer la entrega incondicional a la confianza propia. Debemos aceptar el compromiso, sea de la índole que sea, pues no hay nada escrito en nuestro futuro. Se escribe el presente. El pasado sucedió, tomémoslo como base para prevenir. El aquí y ahora, el presente, es lo que determinará, basándose en nuestras propias decisiones, lo que podrá acontecernos.

Permitid el que lo desee, el ser vulnerables. A la vulnerabilidad hay que abrazar, hay que amarla como parte de nosotros mismos y permitirle que nos exponga nuevos estadios de crecimiento. Abrazarla es sostenernos a nosotros mismos, amarnos desde el lado que solemos oscurecer. Es sentirnos vivos, sensibles y amantes.

¿Ayudar o dejarse ayudar? ¿Amar o dejarse amar? Ambas son buenas, pero PARTICIPAR es darse cuenta, es ambas a la vez. De cada uno depende lo que prefiere, Yo evidentemente elijo y escojo PARTICIPAR.

En fin, amigos y amigas, hasta aquí llego hoy, mañana más. No prometo hacerlo mejor pero si que haga lo que haga lo haré de la mejor manera posible.

Un abrazo

TONI

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