Permitidme que os sea sincero, y es que la ocasión lo merece. Estos días han sido bastante intensos a nivel emocional, tenía que tomar una decisión y esta vez no había nadie por el que justificarla. Bueno si, había una persona, Yo.
Hasta el día de hoy siempre, y reescribo SIEMPRE (en mayúsculas), las decisiones tomadas por mi eran por y para otros. Esta vez no ha sido así, la he tomado por mi mismo y para mi mismo, una decisión que seguro afectará lo que me queda de paseo por esta vida, mi deseo es disfrutarla como hasta ahora pero desde el otro punto (en principio). La decisión, cada vez que la pienso, me dan ganas de salir corriendo y no parar, pues entro en esa puerta dónde me espera lo deseado, lo anhelado, pero al mismo tiempo, lo que mas respeto me da.
Supongo que obvia decir que una de las cosas que mas amo en esta vida son las Artes Marciales, y en concreto el Karate. Todo lo que soy es gracias a él, y aunque nada me debes y nada te debo, lo hago por vocación, sin tener en cuenta que le debo nada (“solo da el que tiene”…).
¿Qué quiero decir con esto? Pues que he decidido libremente ser Instructor (en principio) de Artes Marciales y más en concreto de Karate… Y en principio, será en la Escuela dónde me forje como HOMBRE, una Escuela con 43 años de historia, fundada en 1967 (entendéis ahora el porqué de salir corriendo y no parar). Qué hermosa casualidad y/o causalidad, el mismo año en que nací... Ese día hubo más causalidades y/o casualidades...
Aunque por la Federación obtenga, por esfuerzo propio y superación de los diferentes exámenes hasta el grado de SENSEI o Maestro; sólo lo seré cuando mis Alumnos y Alumnas me consideren como tal. El grado que te da la Federación (por méritos propios), sólo es válido si tienes el reconocimiento de aquellos a los que te dedicas y dedicas tus enseñanzas, teniendo en cuenta de que mi Ciencia se basará en ellos, seré el Discípulo de mis Alumnos y Alumnas.
No ha sido fácil, la he meditado mucho, no deseaba hacer nada de manera ni forma precipitada, simplemente deseaba que el tiempo decidiese, y eso al final llegó. Y lo mejor vino al atardecer.
Llegaba a la Escuela, habiendo hablado con el Director y el Alumno que ostenta la máxima categoría (por años y por edad), tomada la decisión y decidido cuando empezar y cómo debe de ser el proceso, iba como cada día que estoy en la ciudad dónde nací a clase. Al entrar observé unas sombras en el piso de arriba, dónde está el despacho (que se volverá a abrir) y me dirigí hacia ese piso. Me encontré un niño y un adulto, que a día de hoy aún no se si era su padre o su abuelo, pues intuí que el qué quería estar allí era el niño (como así fue).
Conversamos unos cinco o diez minutos, le expliqué que sí se aceptan niños, pero que no hay clases específicas para ellos, pues en la Escuela las clases son abiertas (no al público) y que la enseñanza va en relación al Alumno o Alumna ("las Artes Marciales no son para tontos, debes ser bueno en casa, ayudar a mamá, a papá y estudiar, sólo así podrás aprender en esta Escuela", le dije).
El niño no dejaba de mirarme, sus ojos abiertos como platos prestaban atención a todo lo que decía (y eso que se escucha por los oídos – según cree la inmensa mayoría -). Era el primer niño que me encontraba en esa situación. Y hasta aquí todo normal, la misma cara que pone todo el mundo cuando les hablo lo que es para mí un Arte Marcial (que nada tiene que ver con una modalidad deportiva, que en principio, nada se de ella por muy Licenciado en Educación Física que soy).
La sorpresa: el simbolismo vino cuando al preguntarle la edad que tenía, me respondió que once años. Qué casualidad o qué causalidad, la misma que tenía cuando conocí a MI Maestro (gracias Isabel por hacerme ver el simbolismo de ese detalle). Las cosas no suceden por nada, hay ahí algo que hace de esta vida una maravilla, y ese detalle lo justifica. (Lo conversado con ese niño queda entre él y Yo, como todas las conversaciones, disculpad si no la transcribo aquí).
De un tiempo a esta parte, cada vez que entro en el Dojo (lugar dónde se aprende o practica Karate) tiemblo. Y ese temblor de respeto me da tal fuerza que me permite fluir, lo único que intento es no asustar al enseñar, pero es que hay tanto que aprender, que parece que no voy a tener el tiempo suficiente para enseñar todo lo que me gustaría. Pero al mismo tiempo, tengo tanto que aprender que no se si tendré el tiempo suficiente para aprenderlo. Sólo intento evitar dos errores: explicar tan poco que no lleguen a entenderme y; el otro, explicarlo TODO y que ni tan siquiera intenten comprenderme.
¿Qué es el Karate – Do? Es el camino de la mano vacía, como único medio de lucha nuestro cuerpo y mente, en principio.
Pero realmente, ¿Qué es Karate – Do? ¿Y qué significa? Es una filosofía de vida basada en que el mejor puñetazo es aquel que no se tiene necesidad de dar (pues un puñetazo se ES). Una forma de vida a través de una forma de lucha.
En fin, amigos y amigas, hasta aquí llego hoy, mañana más. No prometo hacerlo mejor pero si que haga lo que haga lo haré de la mejor manera posible.
Un abrazo
TONI